Mejorada del Campo se caracteriza por contar con un entorno natural de gran valor ecológico. Tanto la campiña situada al este del municipio, como la vega del Jarama y, especialmente, El paraje natural de Las Islillas junto al río Henares, estos dos últimos forman parte del Parque Regional del Sureste, permiten que el núcleo urbano se encuentre rodeado de espacios abiertos y de importantes valores paisajísticos y culturales.
- Humedales protegidos
- Geología
FLORA
La vegetación existente en Mejorada del Campo se ve condicionada por diversos factores, tanto naturales como derivados de la acción humana. Es la suma de la evolución de factores geológicos, climáticos, edafológicos, biológicos, y sobre todo, de esa actividad humana, origen de la mayor parte que compone el mosaico actual.
Es, sin duda, uno de los elementos del paisaje que le concede una personalidad más propia al entorno natural encontrándose en constante evolución.
Los conjuntos vegetales habituales de esta zona lo componen, tanto las series riparias del Henares y el Jarama, asentadas sobre suelos aluviales, como las series esteparias localizadas en los cerros colindantes.
En cuanto a la estructura de la vegetación de las riberas fluviales, se aprecia una estrecha dependencia de tres factores: las características geomorfológicas del entorno inmediato y del propio cauce fluvial, la oscilación del nivel freático y la modificación que las actividades humanas han llevado a cabo en toda la vega.
Como en la mayoría de los medios fluviales, existen unas series de vegetación en función de su proximidad al medio acuático. La primera de ellas y la más cercana al agua estaría compuesta por un conjunto de herbáceas con una predominancia del cañaveral.
La especie más abundante es el carrizo (Phragmites australis) que se presenta fundamentalmente en toda la trayectoria fluvial y en la orla circundante a los humedales. En menor medida aparece la enea (Typha angustifolia), conviviendo con la bella salicaria (Lythrum salicaria), la hierba de San Antonio (Epilobium hirsutum), el junco churrero (Scirpus holoschoenus) y con carácter trepador, la correhuela (Calistegia sepium) y el lúpulo (Humulus lupulus) que tejen intrépidas mallas vegetales muchas veces otorgando un aspecto casi selvático.
La formación leñosa más cercana al agua está integrada por las saucedas cuya representación más común es la del sauce blanco (Salix alba), y de forma más puntual otros tipos de sauce como el Salix fragilis y el Salix purpurea.
Con menor necesidad hídrica destaca la abundante presencia del álamo blanco (Populus alba) seguido del álamo negro (Populus nigra), del fresno (Fraxinus angustifolia), y en un ámbito todavía menos exigente en recursos hídricos, el olmo (Ulmus minor), aunque con mayor número de efectivos de su pariente introducido artificialmente, el olmo de Siberia (Ulmus pumila), que le va ganando la batalla al resistir esa enfermedad tan devastadora llamada grafiosis y que ha dejado al olmo común muy mermado en sus poblaciones.
Otras especies comunes que comparten el mismo tipo de ecosistema son el taray (Tamarix sp.), el saúco (Sambucus nigra), el regaliz (Glycyrihza glabra), el rosal silvestre (Rosa canina), la cicuta mayor (Conium maculatum) o el asnillo (Ononis repens).
Cuando este conjunto vegetal se encuentra en un grado de madurez y dimensión aceptable le podemos denominar bosque de galería, concediendo a ese territorio un carácter de singularidad y riqueza que contrasta notablemente con el entorno localizado a su alrededor.
Fuera del entorno fluvial existe un complejo vegetal que se extiende por los cerros y cantiles aledaños. Lo sorprendente es que una gran cantidad de plantas, matorrales y arbustos lo han elegido y se han amoldado a sus condiciones extremas. En su interior se esconde una riqueza todavía difícil de degustar pero que, especialmente en primavera, se gana el paladar de los que se acercan y lo escudriñan palmo a palmo, gozando de policromáticos placeres visuales y revitalizantes aromas florales.
En los lugares umbríos y con cierta disponibilidad hídrica se pueden localizar hasta especies típicas de las húmedas riberas, pero las más habituales son el almendro (Prunus dulcis) y el olmo (Ulmus minor) como especies arbóreas. Se pueden ver también el rosal silvestre (Rosa canina), el jazmín silvestre (Jasminum fruticans), el majuelo (Crataegus monogyna), etc.
En las zonas de mayor pendiente y más soleadas y, por lo tanto, con menor disponibilidad de agua crecen el tomillo salsero (Thymus zygis), el sisallo (Salsola vermiculada), la efedra fina (Ephedra nebrodensis) o la cañaheja común (Ferula communis).
Por último, los espacios intermedios, donde los suelos están algo más evolucionados o tienen menor pendiente, suelen ser colonizados por la retama de bolas (Retama sphaerocarpa), la aulaga (Genista scorpius), el espino negro (Rhamnus lycioides), la siempreviva (Limonium dichotomum), el salsifí (Tragopogon porrifolius), orquídeas como la Orchis lutea, arbustos como la coscoja (Quercus coccifera), o incluso en los espacios más llanos y de mejores suelos, la encina (Quercus ilex ballota).
Este importante representante del ecosistema mediterráneo lo podemos observar en el sector sureste del municipio, ya en contacto con el valle del arroyo Pantueña.
En definitiva, lejos de la aparente invasión urbana que domina todo lo cercano a estos espectaculares paisajes, la diversidad y los originales cambios estacionales hacen muy interesante su disfrute, sobre todo en las épocas otoñales y primaverales donde muestran todo el potencial aromático y visual.
FAUNA
Las características tan heterogéneas del territorio que ocupa Mejorada del Campo favorecen una gran diversidad de hábitats, que dan como resultado una importante presencia de distintas comunidades faunísticas.
Por ese motivo cobra un interés especial cada una de las especies existentes y su compleja relación de supervivencia a pesar de las infinitas dificultades a las que se tienen que enfrentar.
Entre los mamíferos destacamos la abundante presencia del conejo (Oryctolagus cuniculus) como fundamental base alimenticia para un dilatado abanico de especies. Hay que decir que el conejo se distribuye ampliamente por cada uno de los ecosistemas presentes siendo una especie de gran versatilidad ambiental.
Con un tamaño más imponente, el jabalí (Sus scrofa) busca los ámbitos más arbolados para pasar inadvertido. El zorro (Vulpes vulpes), la comadreja (Mustela nivalis), la garduña (Martes foina), la gineta (Genetta genetta), la rata de agua (Arvicola sapidus) o incluso la escasa nutria (Lutra lutra) aderezan el interesante muestrario extendiéndose entre áreas terrestres y acuáticas.
Habría que señalar la existencia de una especie exótica que está colonizando toda la zona causando importantes alteraciones en el medio natural, no es otra que el mapache (Procyon lotor).
En cuanto a la diversidad de aves que podemos observar en esta parte del territorio madrileño tiene mucho que ver, tanto con los distintos ecosistemas, como con su adaptación a las actividades humanas presentes, formando un conjunto bien interrelacionado.
Si nos situamos sobre los campos más abiertos y cultivados, la lista de rapaces se hace suculenta: el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), el busardo ratonero (Buteo buteo), el milano real (Milvus milvus) y milano negro (Milvus migrans), el gavilán (Accipiter nisus) y el aguililla calzada (Hieraaetus pennatus) sobrevuelan los cielos con gran frecuencia.
Muy diferente es el ambiente que encontramos en el entorno más cercano a los ríos Jarama y Henares. La presencia del agua y de una masa arbolada más o menos densa atrae a otro tipo de especies, por ejemplo, a las ligadas al medio acuático. En el mismo cauce del río o en alguno de los humedales aledaños navegan entre corrientes y carrizales, ánades azulones (Anas platyrhynchos), gallinetas (Gallinula chloropus), zampullines chicos (Tachybaptus ruficolis), fochas comunes (Fulica atra) y porrones europeos (Aythya ferina). Entre las copas y la vegetación de ribera alternan el cormorán grande (Phalacrocorax carbo), la garza real (Ardea cinerea) y la imperial (Ardea purpurea), el avetorillo (Ixobrychus minutus), el martinete (Nycticorax nycticorax) o la garceta común (Egretta garceta). Con un poco de suerte, inmersos en la vegetación palustre, se pueden observar dos especies de gran belleza, el calamón (Porphyrio porphyrio) y el rascón europeo (Rallus aquaticus). No son menos bellas, aunque algo más pequeñas, otras aves como la oropéndola (Oriolus oriolus), el martín pescador (Alcedo atthis) o el pájaro moscón (Remiz pendulinus) con su nido tan particular colgando de las ramas más flexibles de álamos y sauces.
Trepando sobre las ramas y troncos de los árboles el agateador común (Certhia brachydactyla), el pito real (Picus viridis) y el pico picapinos (Dendrocopos major) buscan larvas e insectos bajo su corteza.
En los elevados cantiles próximos al río Henares, el vuelo gregario de la grajilla (Corvus monedula) contrasta con la tranquilidad impasible del mochuelo (Athene noctua), la silueta misteriosa del búho real (Bubo bubo) o el espectacular colorido estival de los abejarucos (Merops apiaster).
Antes de terminar con las aves hay que mencionar la importante colonia de cigüeña común (Ciconia ciconia) presente en toda la vega con algunos nidos en el casco urbano.
Dirigiendo la mirada a ras del suelo veremos algunos reptiles moverse, tanto en el agua, como el galápago leproso (Mauremys caspica) y la culebra viperina (Natrix maura), como en los espacios cercanos, donde la culebra bastarda (Malpolon monspersulanus), la culebra de escalera (Elaphe escalaris) y el lagarto ocelado (Lacerta lepida) encuentran su guarida ideal.
Respecto a los anfibios, se puede destacar la presencia del sapo corredor (Bufo calamita) y de la rana común (Pelophylax perezi).
Como especies de peces típicas del Jarama, Henares y sus humedales asociados podemos citar el barbo común (Barbus bocagei) y la carpa (Ciprinus carpio), siendo de especial interés la escasa boga de río (Chondrostoma polylepis).
Para terminar lo hacemos con los insectos que abundan en poblaciones y en número de especies contribuyendo al equilibrio de todo el sistema natural y alimentando a una parte importante del resto de los animales presentes en la zona. Entre las mariposas se encuentran la espectacular macaón (Papilio machaon) o la papiliónida más pequeña del mundo, la Zerynthia rumina. Otras especies como el caballito del diablo (Calopteryx haemorrhoidalis) o los simpáticos zapateros (Gerris najas) rondando los cursos de agua.
No podemos olvidar que los estudios realizados en los últimos años han propiciado el descubrimiento de nuevas especies como el escarabajo avispa (Plagionotus marcae), todo un símbolo del Parque Regional del Sureste al que pertenece una parte del municipio.